Domingo XIII del Tiempo Ordinario (28/06/2020)

Por Hno. Roberto de Molesmes Islas


“El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará”


Evangelio de Mateo 10, 37-42

 

En el evangelio de hoy nos preguntamos qué es lo que Jesús quería decirles a sus apóstoles con, “el que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí: y el que no carga con su cruz y, me sigue, no es digno de mí.” Ciertamente son palabras fuertes para nosotros, pero Jesús nos quiere recordar el primer mandamiento de la ley de Dios, “amarás a Dios sobre todas las cosas.”


Cuantas veces le damos más importancia a cosas o situaciones y nos olvidamos fácilmente de tener siempre a Dios presente en cada una de esas situaciones. Como humanos creemos que podemos con nuestras propias fuerzas y fácilmente hacemos a un lado a Dios, cuando debería de ser el primero en pedirle su ayuda ante situaciones que a diario vivimos. Jesús no se refiere  a dejar el amor de nuestros padres y seres queridos, sino que a través de ellos y junto con ellos, sintamos el amor de un padre o una madre a sus hijos. Así podamos reflexionar que, si ese es un amor que nos llena y nos hace felices, entonces el amor de Dios es aún mucho mayor y que por esa razón nos recuerda el tenerlo siempre presente en nuestra vidas, así como él lo hizo en la cruz dándolo todo por amor.

Cargar la cruz de cada día es un responder a Dios en la vocación a la que nos ha llamado y que, en medio de las dificultades y alegrías, Dios siempre está ahí y nos reconforta cuando tropezamos. La cruz por la que hemos sido salvados es ahora la que nos salvará y nos dará vida eterna. Así pues, esforcémonos y luchemos cada día, recordando que la cruz de Jesús fue mas pesada que la mía y que muchas veces la cruz de otras personas es mucho más pesada que las nuestras.

Recordemos a todos aquellos que han entregado su vida al servicio de Dios y a su pueblo y así han encontrado la vida en Cristo. Ante la pandemia del Covid-19, podemos darnos cuenta de tantas personas que han fallecido a lo largo de estos meses y que muchas de ellas han dado su servicio a otros para su recuperación física. Para mí esto es un gran ejemplo de dar la vida sirviendo en mi vocación y en lo común de cada día, para así encontrar la vida en Cristo.

Cristo es mi prójimo, Cristo es la persona que esta a mi lado, Cristo está en cada una de las personas, sea creyente o no, nuestro Dios es un Dios universal, un Dios que no solo es para católicos sino para todo aquel que tiene vida. Dios es el que nos ha dado vida y, así mismo, es el que nos da vida eterna. Busquémosle y entreguemos nuestras vidas completas para así recibir su promesa, la gloria eterna.


 

Domingo XII del Tiempo Ordinario (21/06/2020)

Por Hno. Rafael González


“No tengáis miedo”


Evangelio de Mateo 10, 26-33

 

Seguimos haciendo camino y al volver al tiempo ordinario, Jesús nos sigue invitando a estar con él. En esta oportunidad nos dice que no tengamos miedo y, justamente, es lo que más parece que estamos sintiendo en estos meses. El miedo es una acción natural del ser humano, nuestro cuerpo reacciona de diferentes maneras ante una situación de temor. Ya sea que huimos del lugar donde presenciamos un episodio de miedo, gritamos o nos tapamos la cara para dejar de ver aquello que nos ha producido ese temor.

Pero ¿cuál miedo se refiere Jesús y por qué nos dice que no tengamos si es parte de nuestra naturaleza? Si continuamos con el pasaje, más adelante Jesús habla que no tengamos miedo a los que matan el cuerpo porque ellos no pueden matar el alma. Al contrario, tengamos miedo al que nos puede llevar a la perdición del alma y del cuerpo. Luego, insiste que, si confirmamos nuestra fe hacia él ante los hombres, él hará lo mismo con nosotros ante el Padre. Por tanto, ese miedo se refiere aquello por cuanto titubeamos de nuestra fe hacia Dios, es decir, cuando no nos reconocemos firmemente seguidores de él.

Ciertamente, es fácil confesar nuestra fe y lo hacemos a menudo cuando rezamos el credo o cuando le buscamos en la Eucaristía o en nuestras oraciones cotidianas. Sin embargo, detengámonos un momento y pensemos si nuestra fe es solamente una rutina que no avanza hacia un encuentro más cercano con él. ¿Será que podemos confesarle sin ningún temor, sin importar los momentos duros que podrían venir? ¿Es una fe que se lanza sin miedo, solamente buscando al Amado como lo llamaba San Juan de la Cruz?

No tengamos miedo porque él solamente quiere que confiemos, sin importar lo que venga. Al fin de cuentas, lo que todo cristiano debe anhelar es la búsqueda incesante de Cristo para así encontrarse con él una vez para siempre. No tengamos miedo, nos dice, no tengamos miedo por lo que estemos viviendo en estos momentos, si nuestro corazón está vuelto en su mirada, hemos entendido su mensaje.



Where do you find your salvation?

A reflection for Ash Wednesday 2024 by Brother Thomas Aquinas Hall, OSB “It’s scary, but still in everything about you I find salvation.” Th...