DOMINGO I DE ADVIENTO (29/11/2020)

 Por el Hermano Rafael González

«Estemos atentos y velemos»

Evangelio de Marcos 13, 33-37

Hermanos, iniciamos un nuevo año litúrgico y empezamos el ciclo B. Recordemos que la Iglesia tiene tres ciclos correspondientes a los tres evangelios sinópticos, es decir, Mateo, Marcos y Lucas. Se llaman así porque entre ellos hay muchos pasajes en común. En el ciclo B meditaremos el Evangelio de Marcos, el más antiguo de los tres evangelios.

En este primer domingo de adviento, se toma un pasaje donde Jesús invita a la gente a estar atentos y pendientes del momento de su regreso. Toma el ejemplo del señor que deja sus criados al pendiente de la casa porque se va de viaje. Ciertamente los criados no sabrán en qué momento llegará su amo, si al anochecer, al mediodía, por la mañana o por la tarde. Por eso, tendrán que estar atentos y velando para recibirlo como debe de ser.

En nuestra época sería más fácil la hora de llegada del señor de la casa. Él solamente tendría que hacer una llamada o enviar un mensaje de texto para avisar la hora de su regreso. Así los criados no tendría que preocuparse por velar mucho, medirán el tiempo necesario para tener la casa impecable y la comida lista.

Entonces, ¿será que ya no nos podríamos identificar con este pasaje? ¿Se ha desactualizado el mensaje para nosotros? Lógicamente, Jesús hablaba en parábolas y en este caso no es la excepción. El mensaje se sigue actualizando porque sigue siendo pertinente desde la fe. 

Tomemos un momento y hagamos una reflexión de este 2020. Al inicio del año solamente escuchábamos rumores sobre uno nuevo virus que China estaba enfrentando. Pero nunca nos imaginamos que en pocas semanas tendríamos que cambiar nuestro modo de vida. Tendríamos que aprender nuevas costumbres o quedarnos en casa más tiempo sin poder salir ni a la vuelta de la esquina.

Antes de eso, el ser humano había logrado grandes avances tanto científicos como tecnológicos. Recordemos, el señor de la casa podía enviar un mensaje de texto a sus empleados sobre su pronta llegada. Sin embargo, en pocas semanas el señor de la casa tuvo que quedarse encerrado y ya no podía presumir de sus salidas.

¿Estuvimos atentos a la llegada del virus? Creo que no, nos tomó de sorpresa, nadie se lo imaginaba. Esto demuestra que el mensaje de Jesús se actualiza y ahora más que nunca entendemos la importancia de estar atentos y estar en vela. Dejarnos confiar más en Dios y menos en las cosas de este mundo.

Mi intención no es crear una reflexión apocalíptica, al contrario, la gran lección de esta pandemia para todos sin excepción, será por siempre la búsqueda incesante de Dios en nuestras vidas. Estar atentos a nuestra fe en todo momento, nunca sabremos que vendrá mañana. No nos quedemos en lo pasajero o en la que termina en esta vida, busquemos siempre la corona que no se marchita como dice San Pablo en la Primera Carta a los Corintios. No habrá mensaje de texto, correo electrónico, notificación de Facebook, Twitter o Instagram que nos informe sobre el mañana. Solo nos queda la confianza plena que podemos depositar en Dios.

Señor,  ven pronto que te esperamos. Ven, queremos refugiarnos en tu gracia. Que cada día sea una oportunidad para prepararnos más para el gran banquete que tú nos has invitado ¡Ven, Señor, no tardes! Amén.



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