Por el Hno. Rafael González
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Evangelio de Mateo 16, 13-20
En medio de todo lo que hemos estado viviendo este año, se vuelve oportuno la pregunta que le hizo Jesús a sus discípulos. ¿Quién decís que soy yo? ¿Quién es Jesús para mí en el 2020? ¿Quién es Jesús para el mundo actual? ¿Será que sigue siendo el Mesías como afirmó Pedro sin ningún titubeo?
Hace unas semanas atrás recibí un mensaje donde el autor decía que cuando éramos niños o niñas anhelábamos una felicidad enorme y absoluta. Sin embargo, la gran lección de esta pandemia ha sido aprender a disfrutar de los pequeños momentos que nos ofrece la vida, las únicas que existen. En ese momento me sentí absolutamente frío porque aquella frase en vez de darme un mensaje positivo me dejaba pensando que la humanidad ha dejado de anhelar a Dios.
Nos hemos conformado con los pequeños momentos de felicidad porque al parecer son los únicas que existen. No tengo ninguna objeción con eso. Por ejemplo, esos pequeños momentos han sido el reencuentro con nuestra familia, el saber que hoy estoy disfrutando un café con los más cercanos en mi hogar. Claro que debo disfrutar de esos momentos de felicidad, pero no estoy de acuerdo que sean los únicos que existan.
Hay uno más grande y absoluto que es Dios, aquel por el cual los santos y las santas solamente anhelaban permanecer con él. Cuando leo lecturas espirituales o poemas como el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, observo personas totalmente enamoradas por ese amor que buscan la manera por permanecer en esa felicidad eterna.
¿Quién es Jesús para mí? ¿Quién es Jesús para ti? ¿Es solamente un Jesús histórico que dijo cosas buenas o consejos útiles? Que mi anhelo sea siempre él porque quiero ser como aquellos cristianos que cuando conocieron a Jesús no dudaron en responder con firmeza, «tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
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