Por Hno. Rafael González
“Dadle vosotros de comer”
Evangelio de Mateo 14, 13-21
Este domingo recordamos la multiplicación de los panes, un acto maravilloso de Jesús con aquella multitud que le había seguido para escucharle y ser sanados de sus dolencias. El pasaje habla que Jesús se compadeció de esa multitud y empezó a curar a los enfermos. Ese día le tomó por sorpresa el atardecer y la gente seguía con él, sin embargo, los discípulos solamente se preocupaban por despedir a la gente. Su deseo era que Jesús invitara a la gente a irse a las aldeas para que compraran algo de comer y así librarse de cualquier trabajo que implicara esfuerzo para ellos.
Seguían siendo egoístas e ingenuos, a pesar de estar al lado del Maestro, viendo cómo hacía milagros. Ellos no dejaban de pensar como hombres, no era capaces de creer en las maravillas que estaban obrando Jesús en aquella multitud. Aún les faltaba mucho por reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, aquel que había sido profetizado por los profetas, aquel que debía de venir para la salvación del mundo. Caminaban con él, escuchaba sus predicaciones, veían los milagros que hacía y, aún así, solamente pensaban en despedir a la gente.
¿Hace cuánto hemos seguido a Jesús? ¿Hemos escuchado su mensaje de salvación? ¿Hemos visto obras grandes en nuestras vidas y en otras personas? Sin embargo, en el momento de mayor compromiso por no saber cómo resolver cierta situación. Solamente le pedimos que esto pase pronto o se lo dejamos a él para que se encargue de eso como hicieron los mismos discípulos.
Y audazmente nos responde como aquella vez, ¡dadles vosotros de comer! Como un balde de agua fría, nos invita a resolver nosotros mismos el problema. ¿A caso Señor no te lo he pedido yo porque soy incapaz de resolverlo? ¿No ves que solamente tengo cinco panes y dos peces? ¿Qué eso para tanta multitud? ¿Qué es eso para este gran problema que cargo en mi vida?
No obstante, se vuelve y pide instrucciones, recuesten a la gente en la hierba. En otras palabras, solamente ha pedido confianza, solamente ha pedido una entrega total. Los cincos panes y los dos peces no son insignificancia para Jesús, lo es todo porque soy yo, eres tú, somos nosotros. Únicamente nos pide que le sigamos, él se encargará de los demás. Entregarnos totalmente a él y confiar que él hará obras grandes por mí, como canta María en el himno del Magníficat.
Una mujer sencilla que se abandona a la confianza de Dios sin importar que vendrá después. Así es María, nuestra Madre. Precisamente hoy 2 de agosto se celebra la Fiesta Nuestra Señora de los Ángeles, patrona de Costa Rica, pedimos intercesión por este país y por el resto de América Latina por esta pandemia para que los países poderosos ofrezcan su ayuda durante esta crisis sanitaria y económica a esta región.
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