DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO (04/10/2020)

Por el Hno. Rafael González

«Reconocer a Jesús en el prójimo»

Evangelio de Mateo 21, 33-43

Este domingo la Iglesia nos ofrece como reflexión la parábola sobre el propietario de una viña que la arrendó a unos labradores y luego se marchó lejos. Durante ese tiempo envió criados y hasta su propio hijo para percibir los frutos que le correspondían. Sin embargo, los labradores hicieron todo lo posible por quedarse con la herencia, apaleando y matando no solo a los criados sino al mismo hijo del propietario.

Jesús termina diciendo que quitará el reino de Dios a unos y se lo dará a un pueblo que produzca sus frutos. Aunque esto parecía ser en correspondencia a los sacerdotes y a los ancianos del pueblo a quien dirigió la parábola. Esta parábola se sigue actualizando como todas las demás. ¿Y cuál sería el mensaje que nos podría ofrecer en el 2020?

Al igual que los sacerdotes y los ancianos del pueblo que se sentía seguros de su fe recta, así podríamos sentirnos nosotros en estos momentos. La adhesión a Dios a través de una comunidad de creyentes no es garantía de estar lado de él, mucho menos sentirnos seguros de la salvación. Aunque lo anterior parece ser algo muy claro o lógico para cualquier creyente. Para el ser humano es normal buscar seguridades y creer que cuando las cosas van bien es porque estamos haciendo lo correcto y en el tema de la fe podría pasar lo mismo. Incluso, somos capaces de señalar y juzgar lo que nos parece incorrecto y condenar lo que parece contrario a nuestra forma de pensar.

Jesús nos invita a no quedarnos en nuestras seguridades y comodidades y a buscarle siempre a través de los demás, incluso en aquellos que rechazamos o consideramos diferente a nosotros. No sea que estemos rechazando al propio Jesús en la imagen de nuestro prójimo. No sea que estemos persiguiendo al mismo Jesús, intentándolo matar para quedarnos con la supuesta herencia que al fin de cuentas son nuestros propios egoísmos. No sea que Jesús esté buscando a otros para construir su Reino. En el mismo Evangelio de San Mateo dice que, “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mt 7,21)

Nos corresponde ser más solidarios y a pensar más en quienes están nuestro alrededor y darlo todo con todos sin excepción o exclusión. Los santos y las santas son claros ejemplos de personas que buscaban siempre lo mejor para los demás. Como Santa Teresita del Niño Jesús que celebramos el jueves anterior, ella entendió que su vocación era el amor y estar en el corazón de la Iglesia, amando a los demás, en su caso amando la comunidad carmelita que Dios le asignó. Otro ejemplo, San Francisco de Asís que este fin de semana celebramos, esmerado por vivir en la sencillez para estar alrededor de los más despreciados de la sociedad, los pobres. 

Que sus ejemplos nos haga ser labradores de Dios para recoger frutos de amor y de bondad con nuestro prójimo. Amén.